Este artículo fue traducido por el periodista Edgar Zúñiga.
Eran casi las 7 de la mañana cuando Elsa González preparaba a su hija de 8 años, Yareli, para ir a la escuela. El sol comenzaba a salir, mientras se cepillaba el pelo y le entregaba a Yareli un vaso de leche chocolatada caliente.
González es una mujer pequeña que tiene el pelo color negro azabache peinado hacia atrás en un moño. Es una madre trabajadora que limpia casas en todo el valle de Salt Lake y se preocupa profundamente por la educación de su hija.
Se movía rápidamente por la casa, sin perder de vista el reloj de
la cocina mientras se aseguraba de tener todo listo para el día. Mochila. Auto en marcha. Desayuno servido.
El viaje diario a la Escuela Primaria Mountain View solía ser una corta caminata. Pero hace casi un año y medio, González se vio obligada a mudarse de la casa de dos habitaciones que alquilaba en el barrio de Glendale en Salt Lake, en el lado oeste de la ciudad.
En los últimos años, el West Side se ha vuelto más caro a medida que llegan nuevas construcciones y aumentan el costo de la vivienda. La ciudad incluso ha creado un estudio de gentrificación para comprender mejor los impactos de estos desplazamientos.
Cuando González no pudo encontrar algo que se ajustara a su presupuestos en su vecindario, se mudó a West Valley City. Ahora, ir a la escuela es un viaje de unos 15 minutos por la carretera interestatal 215 cuando no hay tráfico.
“Yo no quería moverme de ahí”, dijo. “Pero no encontré un lugar donde vivir cerca de la escuela y mi hija [mayor] encontró ese por internet”.
Inscribió a Yareli en la escuela primaria cercana, pero no fue una buena opción para ellas.
“No me gustó… Una, porque sentí que había un poco de racismo y era muy difícil para mí comunicarme en español con [los maestros]— para cualquier pregunta”, dijo Gonzalez. “Y otra porque no hay actividades como hoy en Glendale, Mountain View”.
Así que después de seis meses, decidió volver a inscribir a Yareli en su antigua escuela.
Como coordinadora del Centro de aprendizaje comunitario en Glendale, Keri Taddie trabaja con los estudiantes y las familias de las escuelas primarias y secundarias. Ha visto a muchas personas como González y su hija que se han visto desplazadas del vecindario en los últimos años.
“Estamos perdiendo estudiantes a un ritmo increíblemente rápido porque se están mudando fuera del barrio y se están mudando a otras comunidades donde la vivienda es más asequible”, dijo.
Esa pérdida afecta la financiación que reciben las escuelas. Según Taddie, el estado usa una fórmula basada en la cantidad de estudiantes matriculados en octubre para determinar cuánto dinero reciben las escuelas. Dijo que también afecta su habilidad para ofrecer programas populares como la inmersión dual, que es instrucción en español e inglés con el objetivo de que los estudiantes se alfabeticen en ambos idiomas.
Pero lo más grave, dijo, es que interrumpe el aprendizaje de los estudiantes.
“Aquí estamos tratando de crear un espacio, con consistencia y de asegurarnos que nuestros estudiantes tengan apoyo [aquí] y luego también que tengan acceso a todas las demás experiencias que necesitan para ser exitosos”, dijo Taddie. “Y cuando estás desplazado, todas esas relaciones son más difíciles de mantener, es más difícil mantenerse conectado”.
La mayoría de las escuelas en el lado oeste de Salt Lake City atienden principalmente a refugiados recién llegados, familias de bajos ingresos y Latinos.
Escuelas como Mountain View ofrecen programas dirigidos a familias Latinas como Padres Comprometidos. Un curso que ayuda a los padres a involucrarse en la educación de sus hijos.
Rick Brammer, un demógrafo de la firma consultora Applied Economics, fue contratado por el distrito escolar de Salt Lake City para analizar la matriculación. Presentó sus hallazgos en un reporte a la junta escolar en enero.
Brammer descubrió que la matriculación ha disminuido de forma significativa en los últimos años. Parte de eso se debió a la pandemia y a la menor cantidad de nacimientos, pero descubrió que también tiene que ver con el desplazamiento como resultado de la gentrificación.
“El crecimiento económico es fantástico. Mucho crecimiento de viviendas”, dijo en la reunión de la junta escolar. “Pero la naturaleza de ese crecimiento es alejarse de la población en edad escolar. Es algo bueno desde el punto de vista del desarrollo comunitario. Se siente bien, se ve bien, pero afecta a las familias y desplaza a las personas”.
Su análisis, aunque no exhaustivo, analizó una muestra de 4.600 apartamentos en el centro de la ciudad y encontró menos de 100 estudiantes matriculados en el distrito.
El informe identificó que los desarrollos en el área han seguido apareciendo a un ritmo acelerado durante los últimos doce años, pero estos "proyectos generalmente no ofrecen comodidades para niños y son demasiado costosos para familias con niños".
“No es solo la cantidad de unidades… es el cambio en lo que están construyendo. No vi a nadie que estuviera hablando de parques infantiles y columpios”, dijo. “Estamos hablando de salas de ejercicios y cafeterías, todo ese tipo de cosas que los adultos generalmente quieren”.
Brammer también señaló que las escuelas que están siendo más afectadas están al oeste de la I-15. Prevé que la matriculación continuará disminuyendo constantemente en los próximos años.
Elsa González reconoció que es una lucha despertarse a las 6 de la mañana y viajar el doble de lo que solía hacer solo para llevar a su hijo a la escuela. También sabe que no muchos padres pueden hacerlo.
Es un sacrificio que está dispuesta a hacer por la educación de su hija.
“El futuro de mi hija, si a veces me afecta, pero digo ‘No, tengo que llevarla’, a veces digo no hasta no, no aquí cerquita en la esquina, pero no me familiarizo”, dijo. “Llevarla a otra escuela, mejor me esfuerzo aunque dé vuelta o gaste gas. Pero Dios me suple”.
Por ahora, seguirá manejando a su hija a la escuela.